Llegan las fiestas de fin de año y cumplimos con rituales como el armado del arbolito de Navidad. Hoy indagamos el origen de esta tradición tan arraigada entre los argentinos.

El árbol de Navidad tiene un origen que mixtura aportes de los antiguos celtas y del Cristianismo. En la Antigüedad en el Norte de Europa se rendía culto al árbol sagrado Yggdrasil, que unía cielo y tierra como un eje del universo y cuya copa llegaba al palacio del dios Odín. La tradición consistía en decorar viejos robles con antorchas y realizar sacrificios humanos.

Una antigua crónica narra que San Bonifacio, un evangelizador de Alemania, cortó con un hacha el sagrado Yggdrasil para impedir el sacrificio de un niño, y que en su lugar creció milagrosamente un abeto.

De esas antiguas fuentes paganas, entre la verdad y la leyenda, proviene el arbolito de Navidad que armamos todos los años, adoptado por los cristianos que convirtieron a los pueblos bárbaros que habitaban Europa en la Edad Media.

Posteriormente la Iglesia Católica proclamó el día 8 de Diciembre como el día de la Santísima Concepción a través de un decreto del Papa Pío IX. Con el correr de los años se fue instalando esa fecha como el día de armar el arbolito de Navidad.

En la Argentina, el primer pino navideño fue instalado en 1807 por un inmigrante irlandés que quiso mantener una costumbre de su país de origen.